Limitarse sólo al CV supone quedarse corto y no aportar mucha diferencia, pero aún perduran algunos de sus valores
Cuando el reclutador lee tu currículum no percibe realmente qué tipo de profesional es. Hoy se tiene en cuenta lo que pesa la personalidad y los valores del candidato. Además, quienes buscan un profesional para un puesto cada vez tienen menos en cuenta sus éxitos pasados. La idea es que casi nadie puede asegurar que los triunfos laborales se repitan sistemáticamente en otra organización.
¿Sirve de algo el currículum? La respuesta es “sí”, pero cada vez menos si no se acompaña de ciertas estrategias que tienen como denominador común el hecho de diferenciarse del resto de candidatos y mostrar valor añadido de una forma no tradicional. El currículo que se concibe de una manera tradicional no tiene vida, resulta muy difícil de actualizar, y no ofrece apenas posibilidades de diferenciarse.
Parece evidente que quien busca un empleo tiene como objetivo ponerse delante de un entrevistador y causarle la mejor impresión posible, pero el énfasis no puede estar en el currículo. Antes las organizaciones contrataban por aptitudes en los procesos tradicionales, pero las empresas y los aspirantes terminan separándose por las actitudes. La hoja laboral típica está basada en la experiencia y en la capacitación técnica, pero no dice a qué se ha enfrentado la persona y cómo es en realidad.
Convencer en segundos
Lo primero que se debe tener en cuenta, hablando de ser y parecer diferente y atractivo, es que los reclutadores apenas leen los tres primeros párrafos de tu vida laboral. Y que tampoco dedican demasiado tiempo a cada caso concreto.
Numerosos estudios ofrecen datos del tiempo de atención que los seleccionadores dedican al currículo, y éste ha ido bajando: no hace mucho, disponías del tiempo que dura una canción (corta) para llamar la atención de quien ofrece un puesto. Esto se ha ido reduciendo. Pasó a unos escasos 20 segundos, y hay quien asegura que hoy los reclutadores apenas dedican seis segundos a cada currículo.
Mantener la esencia
La reinvención profesional y la necesidad de distinguirse del resto de candidatos provocan que el currículo quede en cierta forma relegado. Aunque su esencia permanece, se abren nuevas posibilidades con la tecnología que es posible aprovechar en nuestro beneficio.
Sin embargo, el CV sigue siendo una herramienta más potente de trabajo para los reclutadores, aunque ahora éstos seleccionan por otros canales como LinkedIn, Facebook o Twitter, lo que transforma la difusión de la oferta, sin que se pierda la valoración de la trayectoria profesional y de las referencias, con un contenido que sigue siendo relevante.
¿CV o redes sociales?
Debe tener en cuenta un aspecto fundamental: su huella digital es importantísima para una valoración más completa, y para verificar y contrastar la información que proporcionas en el currículum. Algunas tendencias internacionales hablan de la posibilidad de que los empleadores puedan otorgar en un futuro cercano una importancia determinante a nuestra actividad en las redes sociales. Así, los siete últimos años de actividad en Twitter, Facebook, LinkedIn y otras plataformas similares pueden ser analizados cada vez que busquemos trabajo. Se nos calificará y juzgará por esa actividad, que podría llegar a tener tanta relevancia como el currículo.
Dominar las redes sociales implica hablar de la calidad del trabajo que muestra y que utiliza como correa de transmisión de lo que hace y es en realidad.