Ingvar Kamprad, es un hombre brillante, tacaño y que coqueteó en su juventud con el nazismo
El fundador de Ikea, Ingvar Kamprad, un hombre brillante, tacaño y que coqueteó en su juventud con el nazismo, algo que consideró como el “error más grave de su vida”, cumple 90 años este miércoles.
Kamprad, hijo de campesinos de la provincia sueca de Smaland, hoy está entre las 500 personas más ricas del mundo, según la revista Forbes. Es conocido a nivel global por haber levantado de la nada la mayor cadena de muebles del mundo combinando diseño nórdico y una proverbial creatividad para ahorrar.
Kamprad conquistó a millones de consumidores con la propuesta de decorar una casa de ensueño a muy buen precio.
Su imperio emplea a 150.000 personas y genera un volumen de negocio de 30.000 millones de euros. Aunque se jubiló hace años, Kamprad sigue de cerca la evolución de su empresa.
Según la dirección del grupo, Kamprad celebrará su cumpleaños en la intimidad y no se prevé ningún acto en las tiendas.
La historia de Ikea arranca en 1943. El joven Ingvar Kamprad sentía poco interés por los estudios y a los 17 años se lanzó en el comercio, esforzándose por vender más barato que la competencia. Vendía sobre todo cerillas, que entregaba en bicicleta, y más tarde bolígrafos, marcos, artículos de decoración y máquinas de escribir.
En 1947, vendió sus primeros muebles fabricados por carpinteros locales y al cabo de cuatro años sacó su primer catálogo, editado actualmente a 200 millones de ejemplares.
En 1956, a un empleado suyo se le ocurrió desmontar las patas de una mesa para meterla en el maletero de un coche. Con el tiempo Kamprad convirtió en un arte el concepto del mueble para montar, más fácil y más barato para el almacenamiento y transporte.
IKEA es un acrónimo famoso en el mundo entero: son las iniciales de Ingvar Kamprad, Elmtaryd y Agunnaryd (su nombre y su dirección por aquel entonces).
Para refutar la idea de que sus muebles son de mala calidad abrió una primera tienda en la pequeña localidad de Älmhult en 1958 con el fin de exhibirlos.
Pasado nazi
Cinco años más tarde comenzaba una expansión internacional desenfrenada. Ingvar Kamprad estaba convencido de que la receta podía funcionar en todas partes: precio de coste y de venta bajo, estandarización, autofinanciación y diseño escandinavo.
A partir de los años 1970 conquistó Suiza, Australia, Canadá, Francia, Estados Unidos, Rusia, Asia y Oriente Medio.
Como cada vez se hacía más rico optó por obtener beneficios fiscales. En 1973 se fue de Suecia a Dinamarca y en el 77 se instaló en Suiza.
La estructura opaca del grupo también es herencia suya. Los cargos ejecutivos, la estrategia, la concepción de los productos continúan en Småland. Pero desde un punto de vista jurídico y contable, Ikea está formada por una serie de fundaciones y compañías en Holanda, Luxemburgo, Suiza y Liechtenstein.
En 1994, un diario revela los vínculos existentes entre Kamprad con un grupúsculo nazi sueco durante y después de la Segunda Guerra Mundial. En una carta a sus colaboradores reconoció que había sido el “error más grave de su vida”, que atribuye a los vínculos nacionalsocialistas de su familia paterna, de origen alemán.
Vive sin grandes lujos. La prensa se burla de su Volvo viejo y de su tarjeta de fidelidad del supermercado, por la que obtiene descuentos.
“Creo que toda mi ropa la he comprado desde siempre en mercados de segunda mano. Quiero dar un buen ejemplo”, declaró en marzo a la televisión sueca TV4, en una de sus pocas entrevistas.
En los años 2010 se fue jubilando progresivamente para ceder los cargos a sus tres hijos, con los que mantuvo una batalla judicial por la herencia del imperio.