Es posible transformar su puesto, adquirir un nuevo valor y un brillo profesional que ahora no tiene.
No tiene por qué resignarse, ni vivir con la frustración que impone un trabajo que aborrece, que está por debajo de sus verdaderas capacidades o que simplemente no quiere. No es necesario que se instale en la queja o en la insatisfacción laboral. Puede convertir el trabajo que tiene en el empleo con el que sueña.
Los expertos hablan de una prueba del algodón casi infalible: si en su compañía actual lo respetan y se siente valorado; si sigue aprendiendo; y si lo que hace en su actual trabajo está alineado con el sentido de su vida, no tiene por qué irse. Es posible transformar su puesto, adquirir un nuevo valor y un brillo profesional que ahora no tiene.
Nunca es tarde para cambiar de empleo, pero tampoco lo es para conseguir el trabajo soñado, incluso dentro de la organización actual. Recuerde que los empleos se transforman y el ideal puede llegar, porque quizá hay uno que ni siquiera está inventado. Pero debe renovarse y estar preparado para hacer que eso suceda, centrándose en aquello que esté relacionado con sus fortalezas y capacidades.
Silvia Leal, mentora de la consultora española Human Age Institute, hace notar que tener un empleo que no satisface debe hacer pensar, en primer lugar, si se ha hecho algo mal durante el proceso de selección, y si se están gestionando adecuadamente las expectativas.
Juan San Andrés, consultor de RRHH y coach, cree que “las empresas deberían incluir en las descripciones de los puestos un párrafo diciendo que se espera que todo ocupante del puesto haga lo posible por mejorar la realización de sus tareas y que lo proponga a sus supervisores. Este párrafo permitirá ver más tarde quién hace cambios en sus puestos y quién se acomoda. Las organizaciones rígidas no permiten que nadie aporte novedades a su puesto, con lo que será difícil ver las cualidades de la gente más allá de lo exigido por el puesto. Si se pregunta en una entrevista de selección a los candidatos qué cambios harían en su trabajo y en su departamento actual para que fueran más eficientes, la respuesta que dan dice mucho de esos candidatos”.
Por lo que se refiere a las expectativas, el desencanto profesional que le puede causar un empleo tiene que ver en ocasionas con un diseño erróneo del puesto, con una visión fuera de la realidad.
No conviene que las aspiraciones profesionales se encaminen hacia modelos ideales de empresas: no todas las organizaciones felices que se vanaglorian de serlo son el paraíso laboral que prometen.
Un primer antídoto contra la frustración que supone un trabajo que no satisface es plantearse si la profesión escogida tiene futuro o va a desaparecer; si el mercado va a necesitar los mismos profesionales; o si se es bueno de verdad en esa actividad concreta.
San Andrés añade: “Somos directores generales de nuestros puestos, sean cuales sean. Eso permite pensar en el trabajo ‘a lo grande'”.
Ovidio Peñalver, socio director de Isavia Consultores (España), considera que es posible cambiar el trabajo que tenemos y transformarlo en una actividad que nos brinde felicidad laboral: “Si tiene clara su misión o su pasión, puede cambiar su actitud en el puesto que ocupa”.
Para ello cree que “lo mejor es enfocarse hacia lo positivo que puede tener un trabajo. Nuestra empresa tiene un nombre, y quizá pertenecer a ella puede influir positivamente en nuestra reputación. Nos da currículo, y quizá sea bueno aguantar, porque va bien para ello. Además, es posible que hayamos conseguido ciertas condiciones laborales, como un horario flexible, teletrabajo, o posibilidades de formación”.
Silvia Leal recuerda que “en un momento dado, podemos tener un trabajo que creemos que nunca cambiaremos. Pero podemos conseguir que las cosas se transformen si varía nuestra manera de percibirlas. Cuando no hay salida, uno se prepara para otra cosa, pero también puede disfrutar de los pequeños detalles: de una conversación con un cliente, de sacar tiempo para estudiar. Puede acogerse a ciertos momentos que hacen que, al final del día, todo le haya merecido la pena. Es necesario hacer un ejercicio inteligente de nuestros objetivos diarios”.
Pilar Jericó, presidenta de la consultora española Be-Up, también insiste en la actitud: “El reto puede ser crear un buen ambiente de trabajo, o centrarse en pequeños desafíos. Usted marca las reglas y los retos. Hay que tener una actitud proactiva; participar en programas de mejores prácticas, pedir ayuda a otros departamentos. La actitud es la clave. Hay que encontrar la parte positiva y tratar de reinventar el trabajo cada día. Es necesario moverse y crear nuevas fronteras. Las fronteras son cada vez más líquidas, sobre todo las de las funciones”.
Para “mejorar” en el puesto, Juan San Andrés recomienda pensar en cuál es su finalidad última (dejar satisfecho al cliente, obtener información, que no se pare la máquina del siguiente paso de fabricación, dar cierta calidad).
Peñalver sugiere que quizá ese trabajo que se tiene ahora y que no satisface sea algo transitorio o instrumental que servirá para llegar a la actividad que realmente desee desarrollar. Silvia Leal se muestra convencida de que se puede “ser más influyentes o importantes dentro de la organización en la que trabajamos”, pero para eso se debe dejar claro al entorno que hace bien un trabajo.
Las bases para un cambio definitivo
El trabajo perfecto no existe, pero es posible ser feliz en su vida profesional si se reinventa y se dota de valor cada día a un puesto, incluso aunque no le guste.
Recuerde que no es insustituible, pero sí singular, por lo que debe demostrar qué diferencia aporta, cuál es su singularidad profesional.
Lo que suele motivar en un empleo son las nuevas oportunidades de trabajo y el hecho de poder participar en proyectos innovadores, tener nuevas responsabilidades y que se enriquezca su actividad habitual. Lo que más se aprecia son las recompensas intrínsecas, que son las que se da a usted mismos, del tipo “siento que estoy aprendiendo”; “formo parte de un grupo exclusivo”; “soy útil en la organización”, o “me siento reconocido”.
El cambio puede estar en convertirse en emprendedor interno dentro de su organización. Para eso hace falta un caldo de cultivo que favorezca la transformación y que sea receptivo a una cierta ‘mentalidad start up’ que cambia muchas empresas.
Su organización debe estar dispuesta a aprovechar el talento interno para que se puedan poner en marcha ideas de negocio sin abandonar la compañía.
Debe estar a la vanguardia de las tendencias (analizando las profesiones emergentes y los pronósticos del mercado); saber lo que quiere e imaginar su vida con 50 años cuando tiene 20; y reflexionar acerca de cuál será su futuro laboral.
Fuente: Expansión – RIPE
FUENTE https://www.elobservador.com.uy/como-convertir-su-actual-trabajo-el-empleo-que-suena-n1166793